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La transformación energética de Chile, es en base a Viento, Sol y Geotermia

Cerro Pabellon geothermal power plant, Chile (source: developer)
carlos Jorquera 15 Aug 2017

América Latina ya tiene la electricidad más limpia del mundo y Chile ha apostado por la energía solar, eólica y geotérmica. Cerro Pabellón, de la Empresa Geotérmica del Norte, es la primera planta geotérmica en operación en América del Sur.

En Chile, Cerro Pabellón parece una plataforma petrolera y funciona algo similar. Los hombres con overoles gruesos de color azul y cascos blancos que operan la maquinaria alguna vez trabajaron extrayendo petróleo. La diferencia es que ahora están rodeados por volcanes nevados y lidiando con un clima sobre los 4500 m.s.n.m. Estos trabajadores se dedican a utilizar el vapor que emana de la tierra y son los empleados de la primera planta geotérmica de América del Sur.

Cerro Pabellón, posee una capacidad para proveer electricidad a 165.000 hogares, es un nuevo paso en la transformación energética de Chile hacia las energías limpias.

La red eléctrica de la nación incluye parques eólicos y campos solares; el cual constituye un ambicioso proyecto en la región.

América Latina ya tiene la electricidad más limpia del mundo, pues ha dependido por mucho tiempo de represas para generar buena parte de su electricidad, de acuerdo con el Banco Mundial.

Las inversiones en energías renovables se han disparado en la región: son once veces mayores en comparación a 2004 y tienen una tasa que casi duplica la mundial, según un reporte de 2016 de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena, por su sigla en inglés). Chile, México y Brasil están entre los diez principales mercados de energía renovable en el mundo.

Dados los avances hechos en Latinoamérica en la transición hacia fuentes de energía más limpias, la decisión del actual gobierno de Estados Unidos de retirarse del Acuerdo de París –para poner fin a una supuesta “guerra contra el carbón”– causaron confusión y dejaron perplejos a muchos funcionarios y ejecutivos de la industria en la región.

James Lee Stancampiano, gerente de desarrollo de negocios para Sudamérica de Enel Green Power, señalo que “Es irracional, como si alguien se hubiera quedado dormido durante diez años y ahora se rehúsa a despertar”, además de que “Las energías renovables las vemos como un tren que nadie puede parar”.

En Argentina, donde no han avanzado tantos proyectos de energías limpias como en el resto de Latinoamérica, invitó a empresas internacionales el año pasado a concursar en propuestas renovables y declaró que 2017 es el “año de las energías renovables” con el objetivo de que el 20% de sus necesidades energéticas sean abastecidas por fuentes limpias hacia 2025; la cifra actual es de 2%.

Así también en México el 21% de la demanda energética es abastecida en la actualidad por energías limpias; el plan es que ese porcentaje aumente a 35% para 2024.

En Chile se espera que para el 2050 el país cuente con un 90% de su consumo eléctrico de fuentes limpias, o sea con el doble de la cifra actual.

La infraestructura de energías verdes del país, que se ha expandido, lo cual ha significado una reducción de manera significativa en el costo de producir electricidad y ha ayudado a que el país, que alguna vez dependió de energía importada, se vuelva una central de renovables, en donde incluso sus vecinos podrían ayudar en el suministro de esta.

De acuerdo con Gabriela Elizondo, analista principal de energía para el Banco Mundial, la razón del impulso en parte se debe a los eventos climáticos severos como sequías o inundaciones que dificultan la dependencia de las plantas hidroeléctricas y han llevado a los países de la región a diversificar sus fuentes de energía. Esta señaló que “Este es el motivo principal por el que las renovables no convencionales –es decir eólica, solar y geotérmica– han comenzado a despegar, sobre todo en los últimos cinco años”.

Hace una década, varios líderes latinoamericanos expresaron preocupación de que sus sectores energéticos no soportaban la presión, ya que después de un crecimiento económico sostenido en el que millones de personas pasaron a la clase media, el consumo eléctrico se disparó. Chile era uno de los países más vulnerables, en este sentido al no tener prácticamente fuente alguna de combustibles fósiles; quedó en un aprieto considerable en 2007 después de que Argentina suspendió de manera abrupta los envíos de gas natural.

El ministro de Energía de Chile, Andrés Rebolledo, señaló que “Teníamos un sector con pocos actores, poco competitivo y con precios altos”.

La magnitud del problema fue evidente para la presidenta Michelle Bachelet, durante su primer mandato, que terminó en 2010, pero no fue sino hasta que regresó al cargo en 2014 que el gobierno puso en marcha un plan para promover las energías renovables y abrir la industria energética al sector privado. La presidenta señaló que “Soy una convencida de que el cambio climático es una realidad, una realidad completa y absoluta, y la hemos vivido de manera desastrosa”, además “Creemos que era esencial para nuestro desarrollo económico tener energías más limpias, porque queremos que haya planeta para rato”.

En agosto del año pasado, Chile otorgó decenas de contratos a empresas locales y extranjeras en un concurso para tercerizar alrededor del 23% de lo que requeriría de energía a lo largo de la próxima década. Se prevé que en noviembre de 2018 haya otro concurso público.

Chile posee una geografía que favorece la producción de este tipo de energía. En el desierto de Atacama, uno de los lugares más secos y soleados del mundo, una constelación de campos solares ha vuelto al país uno de los principales mercados para producir los paneles.

Así también, los parques eólicos se ubican al norte del país, estos alimentan la red eléctrica nacional. El problema que presentan es que este tipo de energía puede llegar a ser muy irregular, en cambio las plantas geotérmicas ofrecen electricidad continua. La problemática que surge es que esta posee un costo elevado, pero la red tiene menos afectaciones o interrupciones.

El vapor proveniente desde la tierra en áreas volcánicas, es convertida en electricidad gracias a las plantas geotérmicas; el vapor pasa por una estación de enfriado y se regresa a la tierra por medio de pozos de inyección.

Guido Cappetti, gerente general del proyecto señala que este tipo de energía “No es invasiva”, y que “Los impactos ambientales y sociales son mínimos”.

Por otra parte, Sergio Arancibia, el gerente de sitio de la planta de Cerro Pabellón, dijo que empezó su carrera en la petrolera venezolana Pdvsa y después de trasladó a Perú, Argentina y Colombia. Este señaló que su nuevo trabajo es similar al que utilizaba antiguamente, pero utiliza una tecnología similar. Este señaló además, que este tipo de energía “Garantiza, o minimiza, la posibilidad de que los pueblos desaparezcan con el tiempo”, y que “estos poblados indígenas, que tienen pocas fuentes de ingresos o trabajos, donde la tendencia natural es que desaparezcan cuando el último anciano muere”.

Los proyectos hidroeléctricos de varias partes de Latinoamérica han resultado en inundaciones graves, daño ambiental y el desplazamiento a gran escala de poblaciones locales; mientras que los proyectos eólicos, solares y geotérmicos han tenido poca resistencia por parte de las comunidades vecinas.

Un caso importante es la comuna de Ollagüe, en la zona fronteriza de Chile y Bolivia, ha revivido desde que los residentes pudieron acceder a electricidad las 24 horas al día, el año pasado gracias a paneles solares y turbinas eólicas que recargan una gran batería.

El alcalde Carlos Reygadas Bavestrello señalo que “Era un pueblo en el que a la una de la mañana se cortaba la luz”, o sea “Era un pueblo a oscuras. Desaparecía. El poder contar con energía eléctrica ha permitido mejorar la calidad de vida de las personas considerablemente”. La electricidad constante ha conllevado cambios tanto triviales como profundos, según el alcalde. Ahora se puede comer helado, por ejemplo. Y jóvenes que antes debían trasladarse a las grandes ciudades para seguir sus estudios en los últimos años del colegio. Pronto, Ollagüe tendrá un bachillerato. Este además recalcó que “Nuestra comunidad ya no está tan alejada como lo estaba antes”, ya que “No es raro ver algún residente de comunidades indígenas con un computador y con un teléfono para conectarse con el resto del mundo”.

 

Fuente: NYTimes